Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe

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Cuba fue una de las primeras colonias americanas a las que llegaron los esclavos africanos a causa de la temprana extinción de la población indígena, sometida a una explotación atroz por los colonizadores en la búsqueda de oro y la creciente necesidad de conquista de nuevas tierras en el continente.

A finales del siglo XVI se inició la introducción de esclavos provenientes de África, los colonizadores comenzaron a traer pequeñas cantidades de esclavos africanos a través de la Real Compañía de Comercio de las Indias, al mismo tiempo que realizaban esporádicas compras a comerciantes negreros ingleses. Pronto estas cantidades resultaron insuficientes ante el desarrollo plantacionista de cultivos como el azúcar y el café.

La demanda de mano de obra crecía, y los esclavos se hicieron necesarios en los cientos de ingenios y cafetales que iban surgiendo a lo largo de toda la isla. Las áreas de mayor presencia de esclavos se concentraron en la zona occidental azucarera de la llanura Habana-Matanzas y las zonas cafetaleras montañosas de la Sierra del Rosario en Pinar del Río y la Sierra Maestra en el oriente. El trabajo esclavo no solo se utilizó en las plantaciones, sino también en la construcción de caminos, vías férreas, almacenes, y en la realización de labores domésticas, entre muchas otras ocupaciones.

Resulta tarea imposible determinar cuántos esclavos llegaron a nuestras costas en este periodo de casi cuatro siglos, téngase en cuenta que no siempre las fuentes fueron lo suficientemente confiables, sobre todo por la práctica de contrabando de esclavos imposible de registrar, con mayor énfasis a partir de 1820, año en que entró en vigor el tratado anglo-español para poner fin al comercio negrero. Para que se tenga una idea de la magnitud que alcanzó la trata en Cuba; entre 1817 y 1820 se importaron más de 90 mil esclavos.[1] Se considera que la esclavitud en Cuba quedó suprimida oficialmente en 1886, uno de los últimos territorios en implementar esta medida en la región.

Esta gran cantidad de esclavos provenientes de diferentes etnias provocó un grave impacto en la sociedad colonial, a la que aportaron su trabajo en las plantaciones pero también su idioma, creencias religiosas, música y temperamento. Es así como llegamos al complejo proceso de transculturación que da origen a la nacionalidad cubana, mezcla de lo hispano y lo africano fundamentalmente.

Además de los trabajos relacionados con las plantaciones y la minería, los esclavos fueron esenciales en las labores constructivas; teniendo en cuenta la escasez de población que caracterizó una buena parte del período colonial, parecería imposible edificar el sistema de fortificaciones militares que protegió la isla por siglos de corsarios, piratas y estados enemigos, sin la presencia de los esclavos africanos. Su trabajo fue clave también en la construcción de caminos, acueductos, el mejoramiento de las calles en las ciudades, en la actividad portuaria e incluso en la ganadería.

La certera afirmación del antropólogo e historiador cubano Fernando Ortiz que Cuba, sin el negro no sería Cuba, además de reconocer el tesoro cultural africano como aporte vital a nuestra identidad, ponía de manifiesto su temprana consagración a la investigación de este legado y su innegable aporte a la historiografía y etnología latinoamericana y caribeña, desde el profundo estudio de la realidad nacional.

Tomando como base uno de los programas principales del proyecto La Ruta del Esclavo[2], se entienden por sitios de memoria aquellos edificios y lugares que constituyan un testimonio auténtico de la tragedia o hayan sido concebidos con la finalidad de conservar la memoria histórica asociada.

Las profundas investigaciones históricas realizadas en Cuba por más de un siglo en este campo se complementan con la actividad arqueológica.

¨la posibilidad de utilizar el aporte de las fuentes arqueológicas al estudio de la esclavitud en Cuba, es de gran novedad y nos permite afirmar o negar hechos, que a veces se presentan confusos por falta de documentos o porque estos no muestran totalmente la realidad de las cosas¨[3]

Esta contribución no solo es relevante desde el punto de vista antropológico, sino como fenómeno sociocultural. La arqueología ha brindado indudables aportes al conocimiento de los modos de vida, hábitat, tradiciones, religiosidad y rebeldía de los esclavos.

Los resultados de las campañas arqueológicas ejecutadas en los cafetales Angerona, El Padre, en la Sierra del Rosario, en el Ingenio Taoro, en San Isidro de los Destiladeros del Valle de los Ingenios y los Cafetales del Oriente cubano llevan la impronta de experimentados y jóvenes investigadores que hacen posible contar hoy con una gran variedad de evidencias materiales del fenómenos esclavista.

Gracias a la labor investigativa de respetables científicos de la talla de Gabino La Rosa Corzo, Fernando Boytel Jambú, Lourdes S. Domínguez, Enrique Alonso; jóvenes investigadores que han seguido sus pasos como Lisette Roura Álvarez, Yaumara López Segrera y Jorge Garcell Domínguez y el apoyo institucional brindado por el Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, la Oficina del Conservador de la ciudad de Santiago de Cuba, el Instituto Cubano de Antropología y el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, entre otros, hoy podemos delinear aspectos tan importantes como la evolución de la vivienda de los esclavos en el tiempo y las particularidades que permiten diferenciar lo sucedido en occidente y el oriente de la isla, los sitios de cimarronaje, los cementerios, entre otros testimonios de la presencia esclava en nuestra geografía.

Además de los sitios de labor y la vivienda esclava en sus diversas formas y condiciones, existen otros testimonios que constituyen parte del conjunto y permiten una mejor interpretación de la sociedad esclavista en su totalidad. Una vez más, la investigación documental y arqueológica de la mano aporta luz sobre estos sitios.

Partiendo de que la entrada de esclavos a la isla tuvo lugar por mar, es decir en embarcaciones que realizaban una larga travesía desde las costas de África, con mínimas condiciones de navegación, sobrecargadas, con la finalidad de lograr mayor rentabilidad y que en muchos casos se realizó como actividad ilícita, perseguidas tanto por naves enemigas, como de la corona española en sus momentos finales, por lo que algunas de estas embarcaciones naufragaron y sus restos hoy yacen en nuestra aguas, los pecios constituyen un elemento pionero de estos sitios de memoria.

El primer punto de contacto con tierra firme fueron los puertos de desembarco, ciudades como La Habana, Santiago de Cuba, Matanzas y Trinidad fueron puntos de entrada sistemáticos, existieron otros informales por lo general asociados a la trata ilegal.

El próximo eslabón de la cadena lo encontramos en los sitios de confinamiento previo a la venta, que era el lugar donde se recluían para luego ser llevado a los mercados de esclavos, espacio público que por lo general compartía esta función con otras actividades comerciales, al fin y al cabo, el esclavo no era más que eso, una mercancía. En el mercado se decidía su destino.

Y su destino no era otro que el trabajo en algunas de las actividades previamente analizadas, de modo que ingenios, cafetales, minas, vegas de tabaco, fortalezas y líneas férreas fueron la razón de su existencia, su legado a la posteridad y cada una de ellas es un monumento a su memoria. También lo son los sitios de rebeldía y resistencia, allí donde vivieron la efímera libertad del rebelde perseguido, errante en el nuevo mundo en busca del milagro de la naturaleza y de sus deidades.

La vida del esclavo, en el mejor de los casos, terminó en un modesto cementerio cercano al lugar donde entregó todo de sí. Ingenios y cafetales reservaron espacios destinados a este fin, que hoy tienen un altísimo valor arqueológico y antropológico, pero a su vez devienen el más inobjetable testimonio de la presencia esclava.

Existen otros lugares que pueden ser vistos como sitios de memoria por su valor asociativo con la esclavitud y el legado cultural del que fueron portadores los africanos sometidos. Una de las tipologías que mejor evidencia esta relación, son los templos religiosos y de confraternidad, tanto aquellos que mantienen viva las creencias ancestrales, en tal sentido la casa templo y los cabildos son ejemplos claramente representativos; como los que muestran una clara mezcla entre la religión oficial católica y el panteón yoruba, templos donde se venera a San Lázaro, la Virgen de Regla, Santa Bárbara y La Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, entre otros.

También tienen valor asociativo aquellos espacios culturales donde suelen desarrollarse manifestaciones del patrimonio inmaterial, estos sitios son testigos y protagonistas de celebraciones paganas o religiosas mantenidas por la tradición y la trasmisión del conocimiento de una generación a otra, donde se ponen de manifiestos diversas expresiones culturales como la música, la danza, los cantos, el espectáculo en general, su mejor muestra son las plazas y paseos sedes de los carnavales tradicionales.

El paisaje cultural es una categoría de sitio de memoria muy particular, en él están presentes muchas de las otras categorías interrelacionadas, el conjunto nos permiten tener una mejor interpretación del fenómeno. El Valle de los Ingenios, el Valle de Güines, los conjuntos cafetaleros montañosos tanto de Oriente como de Occidente nos muestran hoy en día toda esa diversidad de formas, tecnologías y costumbres que convivían, a la par de comunidades que mantienen vivas sus tradiciones.

El patrimonio documental hoy conservado en el Archivo Nacional de Cuba, Iglesias parroquiales, bibliotecas y centros especializados como la Fundación Fernando Ortiz, la Casa del Caribe y la Casa de África, entre otros, convierten a estas instituciones en testimonios del fenómeno. Otro tanto sucede con la red nacional de museos, que atesoran importantes colecciones arqueológicas y etnográficas.

La relación de sitios cubanos para el Catálogo online sobre la ruta del esclavo en América Latina y el Caribe se fundamenta en primer lugar en estudios previos de identificación de sitios relacionados con la esclavitud en Cuba y en el análisis particular de variables como el valor excepcional de bien propuesto, la categoría de protección que ostenta, la representatividad territorial y tipológica y la existencia de fuentes documentales verídicas para el completamiento de los formularios.


[1] M. Moreno Fraginals – El Ingenio. Complejo Económico Social del Azúcar. Tomo I. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014, pág. 324

[2] El proyecto Ruta del Esclavo de la UNESCO nació en el año 1994 en Benín, por sugerencia de Haití.

[3] S. Domínguez - Fuentes arqueológicas en el estudio de la esclavitud en Cuba. http://www.monografias.com