Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe

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El siguiente informe es presentado por el historiador Juan Carlos La Serna Salcedo, en correspondencia al requerimiento de consultoría solicitado por la oficina de la Unesco - La Habana, referido a la recopilación de información sobre los sitios de memoria, itinerarios y bienes culturales vinculados al proyecto Ruta del Esclavo en el Perú.

En el caso peruano, el reconocimiento de la herencia cultural africana está fuertemente asociado a determinadas prácticas atribuidas a la población afrocosteña: la música y danzas («música negra»), la gastronomía y la religiosidad popular (cofradías y hermandades religiosas). Estos elementos fueron, sin embargo, subsumidos por la denominada cultura «criolla» y los discursos nacionalistas construidos por las elites intelectuales costeñas desde las primeras décadas del siglo XX, dando forma a una narrativa folclórica que terminó «blanqueando» las expresiones culturales del mundo popular criollo, negando visibilidad al aporte afro.

Ante esta realidad, en las últimas décadas, una serie de organizaciones civiles de afrodescendientes, así como los organismos culturales del Estado, como el Ministerio de Cultura (antes Instituto Nacional de Cultura), vienen impulsando una serie de iniciativas y políticas ciudadanas que favorezcan el reconocimiento del aporte de esta población en la construcción de la nacionalidad y la riqueza cultural peruana. Así, el Ministerio de Cultura cuenta con una oficina especializada para la población afrodescendiente dentro del Vice Ministerio de Interculturalidad. Y, a fin de incidir en la participación de las asociaciones civiles, esta oficina cuenta con un registro de organizaciones afroperuanas representativas. Esta lista incluye instituciones asentadas en la costa central y norte del país[1].

En esta línea, en el 2014 el Ministerio de Cultura, a través de la Resolución N° 182-2014-MC, declaró junio como mes de la cultura afroperuana, hecho que ha promovido, desde entonces, la realización de una serie de actividades conmemorativas y académicas (festivales artísticos, conversatorios, reconocimientos a personalidades meritorias, etc.) en colaboración con algunas destacadas asociaciones civiles afroperuanas.

Sitios de memoria e itinerarios culturales

A diferencia de otras minorías étnicas, como los indígenas amazónicos, en el Perú la población afrodescendiente no está fijada a territorios “tradicionales” que hayan sido reconocidos por el Estado. Por lo general, los afrodescendientes se encuentran distribuidos en diferentes centros poblados y ciudades de la costa del país, donde el proceso de mestizaje biológico y cultural con el resto de la población ha generado, en muchos casos, el encubrimiento de su aporte formación del patrimonio cultural peruano[2].

Aun así, se reconocen determinados espacios territoriales que están fuertemente asociados a la identidad y herencia cultural afro, especialmente en la costa central y norte [v.gr. los distritos de El Carmen (Chincha), Zaña (Chiclayo), Chulucanas (Morropón) o Cañete (Cañete)] donde tienen vigencia una serie de expresiones musicales, dancísticas, religiosas y literarias surgidas del período de la esclavitud. De otro lado, en la ciudad de Lima, se destacan diferentes escenarios culturales urbanos adscritos al mundo criollo, en los tradicionales distritos de Breña, Barrios Altos, Rímac y La Victoria, donde las prácticas musicales locales evidencian un fuerte aporte de elementos de la «cultura negra»[3].

La validación oficial de estos espacios como sitios de memoria e itinerarios afroculturales es todavía una tarea pendiente[4]. El único caso de reconocimiento y patrimonialización existente es el distrito de Zaña, población chiclayana que ha logrado la denominación de «Repositorio Vivo de la Memoria Colectiva» por el Ministerio de Cultura (R.M. 187-2015 M.C del 3 junio del 2015), y, recientemente, la declaración de «Sitio de la memoria de la esclavitud y de la herencia cultural africana», otorgado por la UNESCO en setiembre del 2017. Esta declaratoria es, a su vez, el reconocimiento al esforzado trabajo de una serie de promotores culturales locales e investigadores nacionales, representados por la Asociación Civil Museo Afroperuano de Zaña, por impulsar el rescate y valoración de la herencia afroperuana en la costa norte del país.

Instituciones culturales y herencia afroperuana

En términos sociales y culturales, la condición de la población afrodescendiente en el Perú ha sido históricamente marginal, aun cuando esta marginalidad parece ocultarse en determinadas prácticas de asimilación. El bajo porcentaje de participación de afrodescendientes en el sistema educativo superior o en instancias de decisión política, expresa la fuerte exclusión que reproduce cotidianamente el resto de la población peruana con relación a este grupo étnico.

Ante esta situación, en las últimas décadas han surgido diferentes organizaciones que, desde la reafirmación cultural y la incidencia política, buscan promover determinadas iniciativas de reivindicación de la población afrodescendiente[5]. La mayor parte de las iniciativas de activismo cultural surgen en la capital del país y en algunos poblados costeros que concentran población afrodescendiente[6]. Este hecho confirma una realidad: fuera del territorio centro y norcosteño (entiéndase Piura, Lambayeque, Lima e Ica) el reconocimiento de la herencia cultural y la memoria de la esclavitud africana es muy escaso[7]. Además, fuera de algunas investigaciones exploratorias en el sur andino y sierra central del país, no hay mayores estudios que nos permitan entender las características de la diáspora africana en el mundo serrano en el período virreinal o republicano, aun cuando su aporte en la construcción de las dinámicas culturales contemporáneas es evidente.

En relación a las acciones de revaloración y salvaguarda de la herencia cultural afrocosteña, en los últimos años se han hecho esfuerzos en este sentido, incidiendo en resaltar su aporte para la construcción del patrimonio cultural nacional. Cabe destacar el interés de la propia población afrodescendiente que, a través de instituciones particulares o mediante gestiones con organismos de gobierno local y nacional, han logrado la puesta en valor de algunas expresiones culturales inmateriales.

Museos y herencia afroperuana

Como parte de las iniciativas de revaloración y puesta en valor del patrimonio cultural afrocosteño, diversas asociaciones civiles han impulsado proyectos de creación de museos, como repositorios de la cultura material y centros de investigación y promoción de la herencia inmaterial a escala local. El proceso de planificación y puesta en función de estos museos es, sin embargo, una tarea compleja, tanto por las carencias económicas que exigen iniciativas de este tipo, como por las diferencias que existen entre los propios activistas y asociaciones locales con relación a la gestión del patrimonio, por no hablar de la fragilidad institucional que presentan estas asociaciones culturales.

En el 2003 se estableció el primer museo dedicado exclusivamente a la memoria afroperuana, el Museo Afroperuano de Zaña (Lambayeque), inaugurado oficialmente en marzo del 2005. En el 2007, se creó el Centro Cultural de Documentación y Museo Afroperuano San Daniel Comboni, en el distrito de El Carmen (Chincha). Desde esta misma fecha, en Cañete, la asociación civil Agua é Nieve impulsa la creación del Museo La Historia Escondida, proyecto que sigue aún inconcluso. En el 2009, se inauguró el Museo y Casa de la Cultura de Yapatera (Piura). Este mismo año, por una iniciativa del Congreso de la República, se estableció el Museo Nacional Afroperuano en la ciudad de Lima. Empero, a inicios del 2013 este fue cerrado, reabriendo sus puertas al público a inicios del 2014.

Archivos, centros de documentación e iconografía

En el país no existe ninguna institución que haya logrado establecer un centro de documentación o archivo específico sobre la presencia africana en el Perú. Si bien algunos de los museos de la herencia afroperuana arriba mencionados ofrecen a los visitantes la posibilidad de observar copias de documentos históricos, los más importantes archivos y bibliotecas nacionales no han hecho esfuerzos por establecer fondos o colecciones sobre la historia y memoria afroperuana. De todos modos, se reconocen determinados repositorios, como el Archivo General de la Nación, la Biblioteca Nacional del Perú o el Archivo del Arzobispado de Lima, que contienen importantes series documentales sobre la época de la esclavitud y la vida de la población afrodescendiente, especialmente en la ciudad de Lima. Escritos referidos a la compra/venta de esclavos, actas de libertad y expedientes vinculados a la vida cotidiana, colonial y republicana (juicios por violencia doméstica, revueltas de esclavos y libertos, etc.)[8]. Fuera de estos archivos nacionales ubicados en la capital del país, todos los departamentos de la costa poseen archivos regionales, en la mayoría de los casos, todavía en proceso de ordenamiento y catalogación, lo que dificulta la labor del investigador.

Asimismo, los museos nacionales, como el Museo Nacional de la Cultura Peruana, el Museo de Arte de Lima, el Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia, y la Pinacoteca de la Municipalidad de Lima, resguardan importantes piezas artísticas y materiales vinculadas a la cultura e historia afroperuana (fotografías, acuarelas, piezas históricas como instrumentos musicales). Entre estas piezas, se destacan las fotografías de tipos afrolimeños del siglo XIX, en las colecciones de la Biblioteca Nacional (v.gr. Archivo Fotográfico Courret), así como las acuarelas costumbristas del siglo XIX, como las del pintor Pancho Fierro, acopiadas en la Pinacoteca de la Municipalidad de Lima y en el Museo de Arte de Lima.

Itinerarios culturales

Del mismo modo, no existen en el país itinerarios culturales asociados a la presencia afroperuana. Desde las organizaciones afroperuanas, sin embargo, se promueve la creación de algunas rutas culturales. Por ejemplo, una en la costa norte, la ruta «afronorteña» que incluya los poblados de Zaña, Capote y Yapatera; mientras que en el centro surcosteño, asociado a la llamada «ruta del Pisco», se promueve un itinerario afroperuano que incluya los poblados de El Carmen, Chincha y Cañete. Por último, se destaca una propuesta de reivindicar el aporte afro en espacios urbanos de Lima, tradicionalmente reconocidos por la práctica y difusión de música criolla, que integre los barrios del Rímac, La Victoria, Barrios Altos y Breña.

Bienes culturales inmateriales reconocidos

Desde la década de 1960 diversos activistas afroperuanos se dedicaron al «rescate» de algunas prácticas musicales y de la oralidad afrocosteña, como las décimas y la cumanana. En algunos casos, se buscó la «recuperación» de bailes como el son de diablos, danza afrocosteña que, para entonces, había perdido estima dentro del gusto popular. Desde este momento, diferentes asociaciones culturales han venido reivindicando la importancia de estas prácticas musicales (hatajos, festejos, zapateos) y tecnologías (instrumentos sonoros como el cajón, la cajita afroperuana, el checo o la quijada de burro) como elementos sustantivos del aporte afro a la cultura nacional. Algunas de estas prácticas, como el cajón, la cajita y el checo de Zaña, o la danza de los hatajos y pallas de Chincha han sido reconocidas como patrimonio inmaterial de la nación por el Ministerio de Cultura (antes Instituto Nacional de Cultura). El reconocimiento de estas prácticas musicales y dancísticas como patrimonio cultural inmaterial exige la elaboración de una serie de iniciativas de salvaguarda que compromete el trabajo de la Dirección de Patrimonio Inmaterial (DPI) del Mincul y las organizaciones culturales y de gobierno locales.

Más allá del ámbito costeño, la Dirección de Patrimonio Inmaterial ha patrimonializado algunas expresiones musicales y coreográficas que hacen referencia a la presencia africana en el mundo festivo serrano. De esta manera, se han reconocido bailes como los “negritos” y la “morenada” en algunas poblaciones altoandinas. Estas danzas, por desarrollarse fuera del espacio costeño, no habían generado mayor atención de las instituciones culturales civiles afroperuanas, aun cuando se muestran como importantes aportes de la población afro al mundo celebratorio andino. Sobre este asunto, sin embargo, aún son pocos los trabajos académicos que hacen referencia a la historia de la diáspora africana en las ciudades y haciendas serranas, así como su posterior herencia cultural.

Fuera de estos tempranos reconocimientos, en muchas otras poblaciones de la sierra y el altiplano sur peruano existen coreografías en las que los personajes hacen referencia a un origen africano. Se les denomina comúnmente “negritos” “negrerías” o “morenadas”. Así, podemos anotar las negrerías del distrito de Huancaya (Yauyos, Lima), danza que el día de hoy tiene de especial importancia en el universo festivo de esta población; los negros de Canchis (Cuzco), en la ciudad de Moquegua (Moquegua), en Cajamamba (Cajamarca), los negritos de Junbilla en Bongará (Amazonas), las comparsas de morenos y morenadas de Puno, etc.[9].


[1] El Registro de organizaciones Afroperuanas Representativas (creado por Resolución Viceministerial 25-2016-VMI-MC) reconocía, a inicios del 2017, a 35 instituciones civiles, la mayor parte de las cuales acusa su sede en la ciudad de Lima. El resto son iniciativas locales surgidas en distritos y poblados de las provincias de Chincha, Cañete, Morropón y Chiclayo. De estas, solo ocho tienen como objetivo principal el desarrollo de actividades de salvaguarda y divulgación cultural asociadas a lo afro. La mayor parte de ellas tiene por propósito la lucha contra la discriminación étnica y económica, así como el fortalecimiento de los derechos políticos de su colectivo.

[2] Recientemente, el Ministerio de Cultura elaboró un documento de investigación a través de la consultora Grade para conocer las características generales de la población afrodescendiente en el Perú, reafirmando viejos tópicos conocidos con relación a su ubicación concentrada en los departamentos costeños, desde Tacna hasta Tumbes, su marginalidad y pobreza relativa con relación al respeto e la población nacional, etc. Ver:

http://www.cultura.gob.pe/sites/default/files/content_type_archivos/archivosPDF/2015/08/mincu_eepa_final_12.08.pdf.

[3] Diferentes testimonios y estudios recientes concuerdan en reconocer el hecho que, hasta mediados del siglo XX, la población urbana limeña presentaba una fuerte composición afrodescendiente. Ver: Arrelucea, M. y J. Cosamalón. La presencia afrodescendiente en el Perú. Siglos XVI-XX. Lima: Ministerio de Cultura, 2015.

[4] Es importante anotar que, en el Perú, los lugares de memoria están fuertemente asociados al recordatorio de las víctimas de la violencia política reciente que afectó al país entre las décadas de 1980 y 1990, especialmente en el departamento de Ayacucho, en la sierra sur.

[5] CRESPIAL clasifica a las organizaciones no gubernamentales que realizan actividades de salvaguardia en tres tipos: asociaciones de portadores (hermandades y cofradías católicas, vinculadas a determinados santos patrones), asociaciones de investigación y difusión (centros de estudio, centros culturales, museos) e instituciones artísticas. Algunas de estas asociaciones tienen larga data y reconocido prestigio, como ocurre con la hermandad del Señor de los Milagros (Lima) o las cuadrillas de zapateadores del hatajo de negritos en Chincha. Ver: Chocano, Rodrigo. Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de los Afrodescendientes en América Latina. Informe sobre la situación del PCI afrodescendiente en el Perú. Crespial, 2013. Ver: https://issuu.com/crespial/docs/pci-afrodescendiente-peru.

[6]“Un hecho que, sin embargo, ha debilitado a estas organizaciones civiles ha sido las constantes disputas surgidas a fin de alcanzar mayor visibilidad dentro del movimiento afroperuano peruano, hecho que las debilita al momento de negociar con otras instancias del Estado y colectivos ciudadanos”.

[7] En este sentido, desde el año 2014, la Dirección Desconcentrada de Cultura de Tacna promueve la revaloración de su herencia afro en actividades culturales y artísticas con motivo de la celebración del mes de la cultura afroperuana. Sin embargo, aún no se conocen organizaciones de la sociedad civil de la región que tengan actividades reconocidas por este ministerio.

[8] El Archivo Arzobispal de Lima tiene organizados algunos expedientes sobre afros en la sección "Causas de negros". En la costa norte, el Archivo Arzobispal de Trujillo también cuenta con una sección "causas de negros" (consta de 7 legajos, fechados entre 1670 y 1839).

[9] La mayor presencia de danzas de “negrerías” se ubican en las regiones de Ancash y Lima (provincias de Huarochirí, Yauyos, Huaral, Canta y Cajatambo). En algunos casos, estas danzas son de origen reciente, consecuencia de la migración del siglo XX. Un acercamiento a la influencia cultural africana dentro de las prácticas celebratorias altoandinas contemporáneas, como es el caso de las “morenadas” y las danzas del qhapac negro y waqcha negro, ejecutadas por grupos mestizos en honor a la Virgen del Carmen de Paucartambo, puede verse en: Celestino, Olinda. "Relaciones incas-negros y sus resultados en el capac negro y los negritos”. En: Los afroandinos de los siglos XVI al XX. Lima: Unesco-Perú, 2004.