Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe

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República Dominicana almacena una relación unívoca con el pasado histórico de la trata trasatlántica y el régimen de la esclavitud. El país por su condición mayoritariamente afrodescendiente, es sin lugar a dudas, un espacio de testimonio y de vigencia temporal de expresiones culturales que pone de manifiesto su importancia en cuanto a temas relacionados con los aportes culturales del legado y las huellas indelebles de la resistencia de una África cautiva, en el ayer, que expresó en este suelo caribeño todo el sentido de libertad y dignidad de los oprimidos frente a sus opresores.

Es una suma de culturas de resistencias que están contenidas en las páginas de una historia aún por contar, objetivamente y descolonizada, que se deducen en los más diversos espacios de la geografía nacional dando testimonios de que los africanos esclavizados expresaron y defendieron su dignidad, a través de distintos mecanismos de resistencias. Estos mecanismos, hoy se traducen y se sitúan para dar supervivencia al decoro de héroes y heroínas dejados explícitamente, en el anonimato y que han marcado la configuración social dentro de la diversidad cultural dominicana.

Este país ha sido y constituye un lugar privilegiado para el nacimiento y desarrollo de temas y recursos relacionados con ese pasado histórico de la humanidad, que hoy se expresa con toda vitalidad a partir de un legado que teje huellas imborrables de la dominicanidad y la presencia determinante de la afrodescendiencia como identidad, así como la comunidad humana y el territorio. Todo esto da lugar al encuentro de los sitios de memoria, itinerarios culturales, museos e instituciones, incluyendo el patrimonio documental de República Dominicana, que está relacionado con el proyecto Ruta del Esclavo: Resistencia, Libertad y Patrimonio.

En este recorrido histórico y del presente, es la ciudad colonial de Santo Domingo; Patrimonio de la Humanidad, que alberga en su seno los espacios asociados con la llegada de los esclavos y la trata, como es el Barrio de Santa Bárbara, los alrededores de la calle de la Negreta y el espacio de La Subastada. Así como los asentamientos humanos de libertos que se desarrollaron en sus proximidades, en la comunidad llamada para ese entonces, de los negros mina, hoy conocida como Los Mina, situada al noroeste de la Ciudad Colonial.

A una distancia, relativamente corta, nos encontramos con los ingenios azucareros, que tuvieron su origen en el siglo XVI y que se extienden por las cercanías de la capital y las provincias vecinas, así como las zonas montañosas y cuevas donde se refugiaron y se establecieron los manieles de los ¨esclavos¨ cimarrones huidos de los bateyes, junto con las poblaciones indígenas taíno-caribes resistentes a la conquista española. Se destacan en este sentido personajes como el cacique taíno Enriquillo o el líder cimarrón Sebastián Lemba.

Estas rutas se centrarán en las provincias de Bahoruco, Independencia, Neyba, Barahona, San Juan de la Maguana, Ocoa y Azua. En ellas las manifestaciones patrimoniales vivas, como la música o la gastronomía juegan un papel esencial. Los manieles cercanos a la capital, como es el caso de Villa Mella, mantienen expresiones con toda su vitalidad como es el caso del espacio cultural de la Fraternidad del Espíritu Santo, de los Congos de Villa Mella, que fue declarado Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Igualmente lo es el Festival Cimarrón que se celebra cada octubre en el ingenio de Boca de Nigua.

A estos recursos patrimoniales se suma el legado de los “cocolos”, término que se empleó para designar a los descendientes de los trabajadores procedentes de las Antillas menores inglesas, que llegaron con el desarrollo de los ingenios azucareros, especialmente en las provincias de San Pedro de Macorís, Higuey y La Altagracia. En relación a esta presencia étnica, en noviembre de 2005, la UNESCO declaró al teatro danzante "Cocolo" como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.

Hoy ante los grandes desafíos de la globalización, las comunidades y poblaciones de afrodescendientes del país se autoafirman, a través del legado ancestral, asociado a su patrimonio que sigue en construcción permanente. Estas comunidades desarrollan estrategias en aras de que la sociedad dominicana se adentre a la revalorización del patrimonio cultural de matriz africana y la reivindicación de una ciudadanía multicultural y multiétnica que se niega a dejar atrás sus raíces culturales.

Todo este proceso nos lleva a introducirnos en un patrimonio múltiple en centros culturales de Santo Domingo, Bani, Elías Piña y Santiago. De igual modo, expresiones de las manifestaciones religiosas de gran urdimbre de la sociedad dominicana como es el de las ciudades de San Cristóbal, San Juan de la Maguana, Yamasá, Elías Piña, Cabral, Haina, entre otros. Se trata pues de un recorrido por las fuentes de la afro descendencia del país y una relectura de las páginas gloriosas escritas con todo el sentido de lucha de una población oprimida y discriminada que resistió a la servidumbre para hacerse libre a un alto costo social y económico.

En conclusión, toda la isla (La Hispaniola) constituye en sí misma, un sitio de memoria y de riqueza de las fuentes para el estudio y la identificación de elementos que pueden contribuir a un diálogo intercultural y que logren romper el silencio engavetado y se asuma de una vez y por todas nuestras riquezas afrodescendientes.