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  Ingenio de Boca de Nigua
LOS SITIOS
 
 
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Trapiche.

El ingenio de Boca de Nigua, trapiche movido por caballos, está ubicado en una comunidad del municipio de Nigua, que lleva el mismo nombre del ingenio. El ingenio aparece registrado en el listado acerca de los ingenios y trapiches de azúcar, publicado por el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo en su obra Historia general y natural de Indias en 1546, registrando como dueño a Francisco de Tostado, Notario Público que arriba a la isla con el gobernador Nicolás de Ovando en 1502.

La importancia del sitio de Nigua, anteriormente llamado Partido de los Ingenios de Nigua, la confirma el mismo Oviedo cuando escribe que la primera persona en fabricar azúcar fue Gonzalo de Celosa, a orillas del río Nigua hacia los años 1505–1506, quien trajo maestros de las islas Canarias.

Construido originalmente en el siglo XVI, Boca de Nigua fue posteriormente reconstruido, logrando su máximo esplendor en el siglo XVIII y, en ese entonces, se registra como su dueño al Marqués de Aranda, noble español, y era administrado por Juan Bautista Oyarzábal.

La casa de calderas reproduce un modelo clásico del siglo XVII de acuerdo con los grabados de la época publicados en 1798, en que se especifica claramente a la isla de Santo Domingo como lugar para construir el modelo.

En el espacio geográfico se desarrolla la epopeya más importante de la resistencia del africano esclavizado en la parte española de la isla. En 1796, el 30 de octubre, es el sitio donde más de 200 esclavos se rebelaron, haciendo huir a los blancos y matando sus reses. Los esclavos llegaron a apoderarse de las instalaciones del ingenio y constituir un gobierno popular, encabezado por la esclava Ana María, envestida de reina.

La zona fue escenario de múltiples manifestaciones de resistencia del africano contra el régimen de servidumbre. Darío Solano, africanista oriundo de Nigua, apunta que, además de la insurrección de Boca de Nigua: “Ya Nigua había sido testimonio de la primera rebelión negra del Nuevo Mundo, diciembre del 1521, conducida y ejecutada por miembros de la etnia wolof procedentes de Senegambia” y en 1801, Toussaint L’Ouverture, líder de la revolución de Saint Domingue, se reúne en Boca de Nigua para negociar la entrega formal del territorio a Francia y entenderse en paz con las autoridades españolas.

La rebelión de Boca de Nigua se planteó desde su inicio la abolición de la esclavitud en la parte española de la isla y la constitución de un gobierno popular con la diversidad étnica existente en la isla.

La rebelión de Boca de Nigua fue sofocada a través de métodos espantosos y los castigos a los cabecillas llenaron a la ciudad de terror. Francisco Sopo, Antonio, Ana María, Tomás Aguirre, Pedro Congo, Papapier, Cristóbal Cesar y Petito Juan, fueron sentenciados a la horca, y sus cabezas cortadas, descuartizados sus cuerpos, y fijados en los parajes más públicos, por los cuatro rumbos de la ciudad capital.

Otros responsables de la rebelión fueron condenados a 20, 15 y 10 años de prisión, encadenados de los pies al cuello y recibiendo, a diario, en la picota, centenares de azotes por todos sus cuerpos.

La rebelión de Boca de Nigua surtió impacto en toda la isla, pues logró conexiones con muchas haciendas agrícolas, sobre todo de la región sur. Sobre la rebelión de Boca de Nigua, José Ocariz hace la siguiente cita: “…los rebeldes crearon un embrionario ejército, con artilleros, unidades de infantería formadas por guardias y piquetes… y una unidad de dragones de caballería… un complot cuyos alcances pretendían hacerse iguales a los de Haití”. (Deive, La rebelión de los esclavos de Boca de Nigua. Escuela de Estudios Hispano-Americanos. Separata del Tomo XXVII. Anuario de Estudios Americanos. 1970. Sevilla.)

Las instalaciones de este ingenio se restauran en 1976 por el ing. Ramón Báez López- Penha, cabiendo destacar el trabajo realizado en la casa de calderas, que fue intervenido con el criterio de restaurar y consolidar la mitad y reconstruir totalmente la otra mitad, constituyéndose en una de las intervenciones de restauro más atractivas del país.

Actualmente en el sitio del ingenio de Boca de Nigua se celebra anualmente, para finales de octubre, el Festival del Cimarronaje, actividad que ha puesto en valor el monumento y ha servido como catalizadora de una nueva actitud hacia la esclavitud basada en la dignificación de la identidad de los esclavos negros que sirvieron a la producción azucarera. En palabras de Darío Solano: “El festival del cimarronaje en honor a la rebelión de 1796, no es solo de Santo Domingo, se abraza a las Américas y al África, a Europa, la conjugación del territorio, de la procedencia del amo, y a las entrañas de las tierras de partida: sus protagonistas fueron sentenciados a cumplir condenas a los presidios de Cartagena de Indias, a La Habana, Veracruz y Panamá. En esos calabozos coloniales también escucharon los sonidos simbólicos de lo que ayer eran llantos de impotencia. Y hoy están colmados de los dioses y los espíritus guerreros que quisieron construir la paz y la liberación de la América esclavizada”.

El municipio de Nigua es el lugar de mayor concentración de cultos y veneraciones permanentes a entidades religiosas del santoral católico convertido al panteón del Vudú Dominicano.