El arribo al V Encuentro, celebrado en la ciudad de Caracas, constituye un proceso de maduración orientado a la determinación de la Cultura como instrumento de Integración y Desarrollo Regional en cuyo ámbito de manera específica se logra la identidad común de nuestros pueblos y la afirmación de una conciencia solidaria entre ellos. El V Encuentro ha servido como elemento catalizador para impulsar iniciativas y proyectos, cuyo fundamento se expresa en el concepto de que el hombre es el hacedor de la Cultura y por ende ésta constituye el eje del Desarrollo Humano.

La Reunión de Caracas demostró que a partir de tales esencias es posible consolidar proyectos estratégicos, conjugando voluntades políticas, aunando recursos técnicos y financieros, que facilitan la convocatoria a una plataforma continental donde converjan todos los ideales, aspiraciones, esfuerzos e iniciativas dirigidas a la articulación de los distintos planos del proceso de integración cultural.

Un mecanismo flexible, rotatorio y plural asegurará la continuidad de los trabajos y las decisiones de los Encuentros, entendido éstos como promotores, concertadores y movilizadores del desarrollo cultural nacional y del fortalecimiento de los avances ya materializados en la expresión de la identidad de Nuestra América.

La dinámica de los Encuentros ha conducido a incorporar no sólo las propias realidades de la Región, sino que ha motivado a las instancias internacionales especializadas a apoyar y cooperar con los Encuentros y sus perspectivas.

Las directrices estratégicas consideradas y aprobadas en el Encuentro de Caracas apuntan hacia siete grandes lineamientos: la formación de Recursos Humanos; la armonización de una Legislación Cultural; la identificación de Recursos Financieros para los distintos proyectos; el avance de la Industria Cultural en los campos del Libro, el audiovisual, la artesanía y la libre circulación de otros bienes y servicios culturales; el desarrollo de la Comunicación y la Información Cultural como medio para facilitar la integración; la articulación de una vasta Red que asocia Centros e Instituciones Nacional e Internacionales de distinta naturaleza: la preocupación por la dimensión tecnológica en la cultura, así como el conocimiento y difusión del pensamiento actual de América Latina y el Caribe.

La estrategia conduce a la puesta en marcha de acciones comunes que facilitan la articulación, los intercambios y el diálogo entre las manifestaciones culturales de la región y de ella con otros pueblos. En este sentido el Encuentro de Caracas ratificó los principios originales que han animado la Acción Integradora de América Latina y el Caribe.

El fin de siglo viene acompañado de grandes transformaciones y de una crisis, que ha conducido a la humanidad a una revelación de la cultura y sus distintos componentes, como factor de compenetración entre los hombres, de integración de los pueblos y de apoyo esencial para el logro de los frutos del desarrollo. Esta toma de conciencia acerca del papel relevante de la Cultura en los procesos sociales y la relación entre los pueblos del mundo, fue reconocida y acogida en las Cumbres de Presidentes y Jefes de Estado, quienes han convocado a la creación de una comunidad de naciones en pro de la integración y desarrollo de la Cultura y las Artes de Latinoamérica y el Caribe puede también convertirse en una fuerza dinámica y factor fundamental para la integración.

Los Encuentros de Ministros, por otra parte, desde su primera Reunión de Brasilia han destacado expresamente a la Cultura como instrumento de integración y desarrollo regional, estableciéndose que es en su ámbito de manera especifica, donde se logra la identidad común de nuestros pueblos y la posibilidad de afirmar una conciencia solidaria entre ellos.

En esa misma reunión, fue relevante la declaración de los países de habla inglesa del Caribe los que, entre otros aspectos, afirmaran que el proceso de integración tiene que incluir el reconocimiento y la abolición gradual de las barreras histórico-culturales que entorpecen el camino de la integración total de América Latina y el Caribe. Ese proceso tiene que comenzar con nosotros. La práctica de la integración debe ir depurándose en foros como estos donde aquellos que nosotros a quienes, afortunada o desafortunadamente, nos han encomendado la tarea de ayudar a crear un nuevo orden mundial, nos reunimos en nombre de todos los países Latinoamericanos y Caribeños.

Esas realidades culturales que obedecen al origen y desarrollo de nuestro proceso histórico, han generado una suma de iniciativas que benefician el proceso global, y ejemplo de ellos son las existentes en el Cono Sur, Centroamérica, Caribe y el Área Andina, entre otros.

En la Reunión de Mar de Plata encontramos una referencia directa entre Cultura e Integración, bajo el lema “Abrir el Diálogo con todos” cuando se afirma que nuestra diversidad, lejos de ser un estigma, es la verdadera riqueza de América Latina y el Caribe. Además es configuradora de nuestra identidad entendida no como una esencia inmutable sino como la fusión de lo que subyace sumado a procesos de identificación permanentes, presentes no sólo en el diálogo entre los pueblos de América Latina y el Caribe sino en el diálogo con todos los pueblos del mundo.

En la Carta de México sobre la Unidad de Integración Cultural Latinoamericana y Caribeña, se asevera que los desafíos que debe vencer América Latina son, en definitiva, netamente culturales, y se manifiesta que el bienestar de los hombres y mujeres de América Latina y el Caribe, en la autodeterminación, la solidaridad y la convivencia pacífica y democrática en la región no son sólo producto de ciertas condiciones económicas y políticas, sino que también requieren de la movilización armónica de las voluntades plurales de los individuos y los grupos. La clave de dicho consenso se encuentra en un proyecto cultural que integre y dé sentido a las diversas actividades sociales.

En la Carta de La Habana se ratifica que en América Latina y el Caribe, donde existen sistemas políticos y ordenamientos jurídicos diferentes, se ha consolidado un diálogo respetuoso y enriquecedor que nos permite abordar los problemas y promover las soluciones que la integración exige. Con toda responsabilidad, se señala que en el campo cultural son propicias las condiciones para acelerar este proceso. Agrega que la identidad cultural, su defensa y su análisis desde una perspectiva basada en la amplitud y en el respeto a la diversidad, continúa siendo uno de los aspectos esenciales para alcanzar la comprensión de las peculiaridades que nos caracterizan, en tantos pueblos y naciones soberanas.

La práctica de la integración debe ir depurándose en Foros como este de Caracas. La V Reunión de Ministros de Cultura y de Responsables de Políticas Culturales de América Latina y el Caribe, arroja un saldo altamente positivo en cuanto a la consolidación de estos encuentro anuales, así como en el desarrollo de un proceso de acercamiento e identificación entre los países de las distintas latitudes de la Región. Ello ha permitido también el conocimiento de los problemas, el diseño de estrategias y programas, la formulación de proyectos y la estructuración de mecanismos de trabajo que cada vez se hacen más eficientes y más especializados, permitiendo actuar en el ámbito cultural de manera coordinada y con alcance regional.

Desde 1989 hemos desarrollado un esfuerzo colectivo, continuo y sostenido. Esto nos permite afirmar que se ha crecido cualitativa y cuantitativamente, frente a los obstáculos que se han debido sortear y a los desafíos que afectan nuestra soberanía. Una amplia perspectiva de futuro se abre para nuestros pueblos. Los cinco Encuentros realizados hasta ahora diseñan un anhelo y un programa que nos llama a reconocerlo con éxito.

De cara al próximo Encuentro en Santiago de Chile, reafirmamos nuestra voluntad permanente de concertación para avanzar en el proceso de natural integración de nuestra América.